lunes, 14 de febrero de 2011

Cultura y Simulacro

En el trascurso de la búsqueda de definiciones de “cosas” que debemos realizar me he re-colocado en los estudios sobre la posmodernidad. Mientras ojeaba algunos libros, buscaba otros, miraba la wikipedia y me tomaba otro café solo aparecían dos imágenes en mi cabeza: El inicio de la película Blue Velvet de David Lynch,  y Funny Games de Michael Haneke, (la de 1997). Quizás porque fueron dos películas que me impactaron mucho, o porque en realidad se parecen o porque tienen mucho que decir en cuanto a posmodernidad. Cuando  comienza Blue Velvet ya te sientes obligado a ver aunque sea el comienzo, con esa canción que se te incrusta en el cerebro e irónicamente te adentra en el “mundo extraño”  de Terciopelo Azul.  La canción es maravillosa. Te va arrastrando por las imágenes (simulacros) de la vida del típico pequeño pueblo norteamericano que estamos acostumbrados a que nos muestren, todo blanco, pulcro, los niños felices, el señor amable que te ayuda y vela por tu seguridad… esas flores de colores que contrastan con las vallas blancas de las casas… el hombre tranquilo que riega su jardín… hasta que la manguera se enreda y el señor cae al suelo mientras se retuerce de dolor, con un perro que intenta beber de la manguera y un bebe que se acerca. La cámara baja y descubrimos bajo es césped la gran mierda que se esconde debajo, un mundo de insectos y bichos que se retuercen.


En  Funny Games, tenemos una familia feliz que se va de vacaciones con su coche y su barco a una casa maravillosa también blanca y con flores y con perro. El cambio de música del principio ya te mete en situación, con esa brusca alteración de música clásica a casi un minuto y medio de música estridente que enfoca a la familia y te presenta a los personajes dando a entender que algo pasa o va a pasar. La cosa es que tenemos imágenes de familias y supuestas realidades perfectas y felices que se van corrompiendo y pudriendo poco en esa simbiosis entre la imagen ideal y lo que se esconde. Los chicos de la película van vestidos de blanco, escrupulosamente limpios, con guantes; parecen totalmente inofensivos, educados, juegan al golf. Están fingiendo una realidad que no es, toda la película es sospecha y  simulacro. Tenemos caretas para cada circunstancia de nuestra vida y por lo tanto podemos hacer lo que nos dé la gana. El padre de familia les pregunta porque los chicos hacen todo eso y ellos contestan ¿y porqué no?

1 comentario:

  1. Dos (muy) buenas referencias de/para nuestro contexto posmoderno. Como señalas, Virginia (gran cinéfila por lo que he podido deducir y comprobar), Blue Velvet supone desde su inicio una obra que rebosa ironía y agudeza, muy bien elaborada y que nos conecta directamente con reflexiones muy posmodernas en torno a la nostalgia, la parodia, la cultura esquizoide y el eclecticismo. En relación a la obra de Haneke (que como bien apuntas, debemos tener en cuenta su primera Funny Games) subrayar la interesante reflexión que podemos ejercer en torno al audiovisual y sus nexos con una cultura despolitizada, violenta por "naturaleza" recreada y un nihilismo profundo. Qué decir más. Sinceramente, dos obras de relevancia esencial de nuestra historia más reciente audiovisual.

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